sábado, junio 23, 2007

Pestaña


El
p
a
r
p
a
d
o











a la espera
de más
desgarros,
la osadía
del amor envenenado,
caen
los roqueríos
así de fuerte
como rompen las olas
los remos,

psicopática la intensión
del otro,
criticador,
no censuro la pena.
El mugrón de su sombra,
impregnada en la péñola,
se describe su figura y silueta,
su órbita perdida
y sus pétalos manchados con sangre_
dejo pendiente
el dolor que entrara sin golpear,
las hojas de otoño
sobre la faz de sus ojos desprendidos
meceran en los cabellos enredados...como rastas
nunca se lavan.
La pulpa de una lágrima,
sus enfermizas ganas de
terminar en plúteos
enterrados kilometricamente
muy profundo, muy abajo.._
la carne nerviosa de una gota de lágrima
punzante la imagen
de la retina
verla resbalar,
pienso en ella,
defino bien su forma,
como esfera,
no frena ni vértigo tiene
a la altura que se asoma.
Su albo tintero
en el que se sambulle
antes de salir taciturda
por el lagrimal
agudo y meñique,
el colorido esmalte
límpido
que le corroe como aura,
consuela por su belleza.

Nauseabundo el sentimiento
que gritaba que era cierto,
escrito y pensado,
su cabeza perdida y engatuzada
por la hierba,
pateado mi obsequio
firmo sin pistas de tristezas
colandose por sus venas,
vendió la emoción
que decía era la llama
que encendía su alma...
estas perdido
en lunas que ni sabes que existen,
estas sentenciandote en caer bajo
los polvos que ciegan tus metas,
y el fulgor que pensé
pensé temblaba en tu interior
solo por pensar en salir,
se funó, se arrugó por la patada
en el culo de una poeta,
olvidaste tus ojos
sobre el concreto,
comenzara el dolor
a carcomerte los agujeros ofuscados_
olvidaste tus clisos
que forcejee en darle
vida con rimas
que destrozaste
con excusas
y múltiples abandonos.
Agudiza el oído,
los muertos mueren por
volver a oír
más que a fantasmas sollozando
por optar el suicidio de sus mentes,
escarban la tierra húmeda
que riegan a diario sus seres queridos
con flores plásticas
para así no se marchiten
si pasan años sin visitarlos-
crea una estrella y que te guíe por
una senda que no se frena
por temor,
ni por verguenza.
Atento,
no olvides de nuevo tus ojos
ni tus orejas,
el tímpano llora
por el poco uso_destierro
que le haz dado.

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